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Calificación: 4.5 de 5 estrellas

El domingo me tocó un día en el cine acompañado por mí mismo. Esta ocasión tuve la oportunidad de ver tres cintas que se encuentran nominadas al premio de la Academia como mejor película y la primera de ellas fue Whiplash que escribió y dirigió Damien Chazelle. ¿Cuál es mi impresión de entrada? Es una cinta indispensable para cualquier artista, creador, profesor, alumno y, en pocas palabras, para todos. Además de estar bien hecha, la historia es capaz de mantener al espectador totalmente emocionado y compenetrado con los personajes de principio a fin.

La historia escrita por Chazelle cuenta con un par de particularidades: la primera es que antes de ser una película, Whiplash fue un cortometraje que se produjo en 2013. Es tal el poder y la fuerza de la trama que resultó necesario hacerla un filme de 107 minutos que no tienen el más mínimo desperdicio gracias, en gran parte, a las actuaciones de los protagonistas Miles Teller y, sobre todo, J.K. Simmons quien sin lugar a dudas va a llevarse el premio como mejor actor de reparto el próximo 22 de febrero en Los Ángeles. La segunda es la más impactante: se filmó en solamente 19 días.

Simmons y Teller, pareja explosiva

Simmons y Teller, pareja explosiva

¿De qué va?

Es la historia de Andrew Neiman (Teller), un joven baterista matriculado en uno de los mejores conservatorios de Estados Unidos y que un día (mejor dicho: una madrugada) se encuentra con Terence Fletcher (Simmons), mentor y director de lo que aparentemente es la élite de dicho recinto de formación musical: una orquesta de jazz. Durante el desarrollo de la historia, Fletcher se muestra como un auténtico dictador, obsesionado con la perfección musical y creyente de que la mejor forma de explotar el talento de sus discípulos es llevarlos hasta el límite de sus propias emociones mediante duros cuestionamientos sobre sus propias capacidades, así como el trabajo constante, incansable y, principalmente, apasionado. Andrew se debate entre elegir ser un simple baterista que se rinde o ser partidario de que lo peor que se le puede decir a alguien cuando tiene un acierto es: “buen trabajo”. Esto, para que continúe esforzándose al máximo. En síntesis, es un auténtico idilio entre la obsesión y el amor por la música.

"There are no two words in the english language more harmful that good job" –Terence Fletcher

“There are no two words in the english language more harmful that good job” –Terence Fletcher

¿Qué me gustó?

La historia y su esencia son implacables gracias a su buena manufactura y la magnífica actuación de J.K. Simmons. Sé que en entradas anteriores veía a Mark RuffaloEdward Norton disputándose la estatuilla por mejor actor de reparto para los premios de la Academia, pero tras ver el Terence Fletcher de Simmons no me resta más que admitir algo: estaba profundamente equivocado. Ni Ruffalo, ni Norton y creo fervientemente que ni nadie podrán quitarle al señor Simmons ese reconocimiento pues su actuación está repleta de fuerza; es como un puñetazo franco en el rostro pero que duele directo en el ego, los ideales y las falsas esperanzas de que el éxito se alcanza trabajando cómodamente. Es realista y cruel pero fraternal. Es sencillamente magistral en todos los sentidos.

Una actuación de Óscar

Una actuación de Óscar

Otro aspecto que es destacable y hasta resulta obvio es la música. La selección de ésta para el soundtrack de Whiplash estuvo a cargo de Justin Hurwitz y Tim Simonec; una conjunción de jazz de orquesta que resulta fundamental para lograr los puntos más álgidos de la película. Mucho de lo que la historia de Chazelle provoca se debe a cada momento donde la música cobra por completo el protagonismo.

¿Qué no me gustó?

Que los puristas hayan alzado la voz en contra de una película como Whiplash, acusándola de errónea, inexacta y que no enaltece las virtudes de un género musical tan espléndido como lo es el jazz. Es equivocado pensar que esta película es un homenaje a dicho estilo musical, también que debe contar con exactitudes históricas o anecdóticas y, sobre todo, entenderla como una película de, por y para el jazz. El eje principal es la obsesión hasta la sangre por alcanzar una meta. Es ahí donde radica la maravilla que es Whiplash y como tal debe entenderse; apelar a otras latitudes es necedad por buscar algo donde no lo hay.

¿Vale la pena ir a verla?

Es indiscutiblemente necesario: hay que hacerse el favor de ir al cine para ver Whiplash. Es necesario en todos los sentidos, porque emociona, porque angustia, porque encandila desde sus primeros minutos, durante el desarrollo de la trama y nos lleva al éxtasis en el final. Garantizo que el corazón se acelerará y es justo por eso que es una de las mejores películas que he visto durante la temporada y es, por si no se había notado, mi favorita junto al maravilloso Birdman de González Iñárritu.

2 thoughts on “Whiplash: Obsesión sangrante

  1. Pingback: Teoría opaca | Abramos el diálogo

  2. Esta es por lejos una de las mejores películas que he visto -y he visto muchas-; sé que no exagero. Desde la trama hasta los puntos técnicos es una obra de arte en sí misma. Totalmente coherente, una visión muy Fincheriana en términos de iluminación, increíblemente potente en el manejo del montaje y la música totalmente acorde a cada momento. A mí parecer, esta será de estas películas que tienen poco éxito en taquilla, pero se convierten en filmes de culto (lo cual me da rabia, porque la gracia de que una película esté nominada y en el cine, es que se le haga justicia en la taquilla). No creo que se lleve todos los premios que merece, excepto el de JK Simmons que es indiscutible (nadie se lo quita, y si no se lo dan… ¡INJUSTICIA!), pero aún así, nadie debiera perderse de esta joyita tan bien hecha, con tan buen manejo de los recursos de vestimenta, de movimientos de la cámara, del clímax musical… Es que si alguien no siente en el pecho unas ganas inmensas de ponerse de pie y aplaudir al final, ¡es porque le falta un trozo de vida! Jaja, no sé verlo de otra forma. Es pasión, intensidad, sacrificio, pérdida… Y resiliencia absolutamente. Venganza y perdón en sí misma, y el ritmo de una batería que nunca deja de ser golpeada. Me parece una película increíblemente inspiradora, pero por sobre todo, una clase de buen cine y de cómo llevar a un punto álgido una historia que no nos resulta nueva, como lo es la relación maestro-alumno-música-dolor. Como dije anteriormente, lo único que le queda a uno como espectador al final, es ponerse de pie y aplaudir. Así de buena es.

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